El Evangelio de hoy (Lc 6,6-11):
✠
UN sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en tomo una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
Textos para profundizar:
Eclesiástico 3,17-29:
17 Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres, | y te querrán más que al hombre generoso.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte, | y así alcanzarás el favor del Señor.
19 Muchos son los altivos e ilustres, | pero él revela sus secretos a los mansos.
20 Porque grande es el poder del Señor | y es glorificado por los humildes.
21 No pretendas lo que te sobrepasa, | ni investigues lo que te excede.
22 Pon atención a lo que se te encomienda, | porque no tienes necesidad de cosas secretas.
23 No te afanes por lo que supera tus capacidades, | pues ya te han enseñado cosas que te desbordan.
24 Pues a muchos desvió su presunción, | y las falsas ilusiones extraviaron sus pensamientos.
25 Si no tienes pupilas, te faltará la luz; | si careces de ciencia, no la proclames.
26 Corazón obstinado mal acaba, | y el que ama el peligro en él sucumbe.
27 Corazón obstinado se acarrea fatigas, | y el pecador acumula pecado tras pecado.
28 La desgracia del orgulloso no tiene remedio, | pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
29 Un corazón prudente medita los proverbios, | un oído atento es el deseo del sabio.
Pido la gracia de vivir en la verdad, para poder acercarme a Jesús.
Madre mía, haz que mi obstinación sea inversamente te proporcional a la Humildad que tanto te pido para mi alma, que mientras ésta aumenta, aquella disminuya, si así lo quiere Dios para mi.
La Paz del Señor!