María con nosotros
Evangelio 21 noviembre 2022 (Lc 21,1-4) Padre David de Jesús. Modelos de la fe.
El Evangelio de hoy (Lc 21,1-4):
EN aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Textos para profundizar:
Juan 19,25-30:
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. 26 Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». 27 Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. 28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
29 Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. 30 Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Catecismo de la Iglesia Católica:
2605. Cuando llega la hora de cumplir el plan amoroso del Padre, Jesús deja entrever la profundidad insondable de su plegaria filial, no solo antes de entregarse libremente (“Padre... no mi voluntad, sino la tuya”: Lc 22, 42), sino hasta en sus últimas palabras en la Cruz, donde orar y entregarse son una sola cosa: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34); “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 24,43); “Mujer, ahí tienes a tu Hijo [...]. Ahí tienes a tu madre” (Jn 19, 26-27); “Tengo sed” (Jn 19, 28); “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” (Mc 15, 34; cf. Sal 22, 2); “Todo está cumplido” (Jn 19, 30); “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc 23, 46), hasta ese “fuerte grito” cuando expira entregando el espíritu (cf. Mc 15, 37; Jn 19, 30).