El Evangelio de hoy (Mt 13,10-17):
✠
EN aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Por qué les hablas en parábolas?»
Él les contestó:
«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
“Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.
Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».
Textos para profundizar:
Filipenses 4,4:
4 Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Concilio Vaticano II. Lumen Gentium:
41§2. En primer lugar es necesario que los Pastores del rebaño de Cristo, a imagen del sumo y eterno Sacerdote, Pastor y Obispo de nuestras almas, realicen su ministerio con santidad, alegría, humildad y valentía.
41§3. Los presbíteros han de rezar y ofrecer el sacrificio por sus fieles y por todo el Pueblo de Dios, como es su deber, siendo conscientes de lo que hacen e imitando lo que realizan. De esta manera, las preocupaciones apostólicas, las pruebas y las tristezas, lejos de ser un obstáculo, los llevarán a una mayor santidad, alimentando y cuidando su actividad con una dedicación generosa a la contemplación para alegría de toda la Iglesia.
Desde que tengo memoria siento un amor especial y un profundo respeto por los Sacerdotes. Este sentimiento ha ido creciendo y se ha extendido al Papa, a los Obispos, a los Diáconos y Seminaristas.
Diariamente ofrezco mis oraciones y pequeñas mortificaciones por su santidad, en adelante pediré también por su alegría, humildad y valentía.
Gracias Padre David, que el Señor le aumente estos dones que ya Usted ha recibido, al igual que el Padre Alfredo.
La Paz del Señor.