El Evangelio de hoy (Mc 1,14-20):
✠
DESPUÉS de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Textos para profundizar:
160. «El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe ser obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza» (DH 10; cf. CIC, can. 748, 2). «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia, pero no coaccionados [...] Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús» (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie. «Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino [...] crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él» (DH 11).
1432. El corazón del hombre es torpe y endurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón nuevo (cf. Ez 36,26-27). La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él nuestros corazones: "Conviértenos, Señor, y nos convertiremos" (Lm 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (cf. Jn 19,37; Za 12,10).
«Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cuán preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación, ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento» (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 7, 4).
Buenas tardes Padre David. Que bien me hizo escuchar su reflexión. Yo básicamente fui una persona ue intentaba su conversión a través del esfuerzo humano y siempre desfallecia. Mi error era que no interpretaba que Dios nos amaba personalmente. Dios es amor, Pero no me la creía que me amaba a mi. Hasta hace algún tiempo que eso cambio, y entendí adentro mío que Dios, mi salvador, vino por mi, que me amo tanto que murió por mi. Estoy en ese camino, con sed de Dios, buscándolo con todo mi ser. Y su reflexión me ayudó mucho.
Padre ,no entiendo las lecturas son actuales ? Del 2025 ,estoy confundida gracias padre David ,
Santo día en la Divina Voluntad, Gracias padre David, sii es verdad , que tenemos que pedir la gracia de la conversión para nuestros familiares y para todo el mundo. Ay que alegría escucharlo , desde el 2014 lo llevo escuchando y con el grupo de oración que tenía. Tenemos un grupo de oración que pedimos por todos los sacerdotes , son bendiciones del Señor🙏🙏🙏 un saludo desde Málaga
Jesús, con Tu Amor me has seducido. Me has enseñado a amar amando, y amando he percibido notables cambios en mi vida y en la de mis seres queridos.
Tu Amor Misericordioso dulcifica todo lo que toca. Te abro mi corazón para que lo sigas transformando y lo hagas manso, humilde y compasivo, como el tuyo, porque Tú, Señor, lo puedes todo.
La Paz del Señor.