El Evangelio de hoy (Mt 6,1-6.16-18):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Mt 6:1-6,16-18. "Abscondito". "Escondido".
¿Vas buscando aprobación?
¿Estás falta de cariño?
Jesús mira en lo escondido
y conoce tu intención.
Dime, ¿cuál es tu objetivo?
¿Dónde pongo el corazón?
¿Por qué hago lo que hago?
¿Es por un placer mundano,
por darme satisfacción,
por sentir que yo lo valgo?
Lo que hago hago por amor
y por dar más gloria a Dios,
por buscar la salvación
de tantos que están en error,
allí pongo mi intención.
Y esto lo sabe el Señor.
¿Dónde pondré mi alegría?
¿Cómo conformaré mi vida?
Tomaré mi decisión
en lo que hago cada día.
El Espíritu me guía
de la mano de María
y me va de maravilla,
que emoción y qué alegría.
Escondido... ¡lo…
Gracias Padre David por las enseñanzas de hoy, y de manera especial, gracias por la aclaración final.
Le pido mucho a Dios que ordene mis afectos y que me enseñe a amarle a ÉL primero y a los demás como consecuencia de mi amor ordenado, a no despreciar las cosas, sino a agradecerle por ellas, a tener los pies en la tierra y el corazón y los ojos en el cielo.
Que las personas y cosas que el Señor pone en mi camino me lleven a alabarle, a amarle, a darle gracias y a dar testimonio de Su Amor.
¡A imitación de María!
¡La Paz del Señor!