El Evangelio de hoy (Mt 8,23-27):
✠
EN aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice:
«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».
Textos para profundizar:
San Juan de la Cruz. Cántico espiritual B:
(…) porque así como las cavernas son profundas y de muchos senos así cada misterio de los que hay en Cristo es profundísimo en sabiduría y tiene muchos senos de juicios suyos ocultos de predestinación y presciencia en los hijos de los hombres. Por lo cual, dice luego:
Que están bien escondidas.
4. Tanto, que por más misterios y maravillas que han descubierto los santos doctores y entendido las santas almas en este estado de vida, les quedó todo lo más por decir, y aun por entender; y así hay mucho que ahondar en Cristo: porque es como una abundante mina con muchos senos de tesoros, que, por más que ahonden, nunca les hallan fin ni término, antes van en cada seno hallando nuevas venas de nuevas riquezas acá y allá. Que, por eso, dijo san Pablo (Col 2,3) del mismo Cristo, diciendo: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría escondidos. (San Juan de la Cruz. Cántico espiritual B 37,3-4).
Señor cuánta sabiduría en tú evangelio que nos trasmites atravez del padre David qué bendición nos das con su explicación bendito seas por siempre amén 🙏🏼🙏🏼❣️💖♥️
Mt 8:23-27. "Salva nos perimus". "Sálvanos, que perecemos".
Qué poca fe que tenemos,
con algo que cambie el viento
nada seguros nos vemos.
Sálvanos, que perecemos.
Y nos meten mucho miedo,
sin pensar obedecemos,
sólo agitando un pañuelo.
Sálvanos, que perecemos.
A títeres caso hacemos
que se mueven por dinero,
que ya van para el infierno.
Sálvanos, que perecemos.
Y nos lavan el cerebro
con mentiras que creemos,
de rodillas ante ellos.
Sálvanos, que perecemos.
Pandemias, guerras y cuentos,
ideologías, inventos,
bailamos al son del viento.
Sálvanos, que perecemos.
Y nos siguien sometiendo
porque en Cristo no creemos,
tenemos lo que merecemos.
Sálvanos, que perecemos.
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¡Si se me enfría el corazón, Jesús, ven y enciéndelo con el fuego de Tu Amor- fuego!.
Estoy convencida de que mis tempestades son necesarias para reafirmarme en mi fe y en mi confianza en Jesús, que aún dormido está pensando en mi y me está amando.
Jesús, me fío de Tí, espero en Tí, pero aumenta mi fe y sígueme sorprendiendo con Tus modos tan amorosos, llévame a descubrir los tesoros inagotables que escondes en las profundidades infinitas de Tu Corazón Misericordioso.
Dulce Madre, se Tú mi guía, de noche y de día.