El Evangelio de hoy (Mt 25,31-46):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Textos para profundizar:
598. La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el testimonio de sus santos, no ha olvidado jamás que "los pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el divino Redentor" (Catecismo Romano, 1, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzan a Cristo mismo [nota del Padre David: por eso, pon tu máxima delicadeza en no pecar] (cf. Mt 25, 45; Hch 9, 4-5), la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús, responsabilidad con la que ellos con demasiada frecuencia, han abrumado únicamente a los judíos:
«Debemos considerar como culpables de esta horrible falta a los que continúan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los desórdenes y en el mal "crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia" (Hb 6, 6). Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los judíos. Porque según el testimonio del apóstol, "de haberlo conocido ellos no habrían crucificado jamás al Señor de la Gloria" (1 Co 2, 8).Nosotros, en cambio, hacemos profesión de conocerle. Y cuando renegamos de Él con nuestras acciones, ponemos de algún modo sobre Él nuestras manos criminales» (Catecismo Romano, 1, 5, 11).
«Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados» (S. Francisco de Asís, Admonitio, 5, 3).
1397. La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf. Mt 25,40):
«Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. [...] Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno [...] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has hecho más misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. in 1 Co 27,4).
2443. Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf. Mt 25, 31-36). La buena nueva “anunciada a los pobres” (Mt 11, 5; Lc 4, 18) es el signo de la presencia de Cristo.
2444. “El amor de la Iglesia por los pobres [...] pertenece a su constante tradición” (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf. Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (cf. Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (cf. Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de “hacer partícipe al que se halle en necesidad” (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf. CA 57).
2445. El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta:
«Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste» (St 5, 1-6).
2446. San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: “No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida; [...] lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos” (In Lazarum, concio 2, 6). Es preciso “satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia” (AA 8):
«Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia» (San Gregorio Magno, Regula pastoralis, 3, 21, 45).
Yo creo que encontré aquí, en esta familia María con nosotros, un correo directo al Cielo!!! hace tiempo que escribo cartas dirigidas al Cielo, escribo mis meditaciones y oraciones, pero encontré un medio que creo que quienes la reciben, que son ustedes, queridos padrecitos, padre David de Jesús y padre Alfredo de la Cruz y de María, que están en comunicación directa con el Cielo pueden hacerlas llegar más rápido, y quizás algún bien hagan, hablar del amor de Dios y lo que vivimos en su compañía puede ayudar a que otras almas se unan también a esta felicidad tan hermosa que es el Señor! Gracias por escuchar y recibir estas oraciones, y gracias por las oraciones de todos los…
Hoy siento a mi alma exaltada de amor por Jesús!!! ¡Que alegría siento!
Cuando el alma quiere expresarle a Dios su amor, pero las palabras no abarcan la perfección que quisiera expresar y le dice a Dios lo pobre que se siente, pero al final de esta oración vino Jesús a consolar a esta almita que termina recibiendo ella más amor y aunque se siente tan amada, siempre es tan amada abundantemente que termina sintiéndose en más deuda y nunca se termina ese deseo de amarlo más y mejor a Jesús y al Padre y sentirse eternamente agradecida al Espíritu Santo que la mima tanto. ¡Que bello es el amor de Dios!
Quisiera inventar palabras
para expresarte mi amor,
para…
La parábola del juicio final es contundente, clarísimo Jesús para que abramos los ojos!!! Porque la Vida Eterna es para todos, todos estamos invitados a la Vida Eterna pero para entrar al Reino que nos fue preparado desde el comienzo del mundo, hay que poseer el Espíritu de Dios y el espíritu de Dios tiene una virtud que sobresale a todas las virtudes que es la compasión y la compasión genera la misericordia y la misericordia genera el perdón y el perdón genera la generosidad, la empatía y el deseo de ayudar para generar felicidad en las personas que sufren. Así es el espíritu de Dios!!! Así es la justicia de Dios y los justos son lo que se dejan…
Amado Jesús, te ruego que me ayudes a amarte más y a pecar menos.
Quítame los apegos a personas y a cosas, enséñame a amarte a Tí el primero y en consecuencia a mis hermanos, que si he de estar apegada, que sea sólo a Tí y a tu amor de cielo.
¡Jesús, me fío de Ti!
Santa María y San José, ayúdenme a amar a Jesús como ÉL merece ser amado...
¡La Paz del Señor!
Mt 25:31-46. "Dedistis mihi". "Me disteis".
Es el pobre de los pobres,
cargó todos los dolores,
pagó por todos los hombres
para salvar con su nombre.
¿Quién ayuda al que es más pobre?
A Jesús, ¿quién lo socorre?
¿Le das sólo lo que sobre?
¿Hay quien una hora lo adore?
Ser pobre es estar sin Dios,
no conocen a Jesús,
la riqueza empobreció,
el dinero ocultó luz.
Mira a ese pobre en un Porsche
y a otro pobre de crucero,
aquel busca "amor" de noche,
pobre ese gran pordiosero.
También a ese pobre veo
que a lo poco tiene apego,
no comparte algo de tiempo,
sigue muy pobre en su encierro.
¿Podrán verte a Ti en mí?
¿Descubrirán su pobreza?