Evangelio 30 enero 2024 (Mc 5, 21-43) Padre David de Jesús. Conocer el Corazón de Cristo.
- María con nosotros
- 29 ene 2024
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El Evangelio de hoy (Mc 5, 21-43):
✠
EN aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los píes y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Textos para profundizar:
2 Samuel 19,1:
“Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir: «¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!»”.
Hechos de los Apóstoles 13,22:
“Suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.
San Ignacio de Loyola. Ejercicios espirituales:
53. Coloquio. Imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio, considerando cómo de Criador ha venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto mirando a mí mismo considerando lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo; y al fin, viéndole de esa manera y colgado así en la cruz, dejar correr el afecto, expresando lo que se ofreciere. (San Ignacio de Loyola. Ejercicios espirituales 53).
Padre David, gracias por sus enseñanzas y corregirme cómo expresarme.
Usted en sus predicación asombra y toca corazones .
Para no quedarme en la cáscara, acogí la invitación de San Ignacio de Loyola al coloquio con Jesús, contemplándolo en el pesebre y en el madero, manso, humilde y obediente.
¿Qué puedo hacer yo sino dejarme acariciar el alma con Tu amorosa mirada ...?
No alcanzo a dimensionar la grandeza de Tu Amor Jesús mío, no entiendo cómo Tú, siendo Dios con el Padre y el Espíritu Santo, en obediencia te encarnas en el vientre inmaculado de María, dejando el Cielo para habitar la tierra y amarnos y sanarnos y salvarnos, aquí y ahora, en lo temporal y en lo eterno. Hacerte Hombre para pasar por todas las dificultades y extremos dolores, por los que ni siquiera nosotros, pobres pecadore…
Hermosísimo Evangelio y reflexión. Muy conmovedor, pues soy la mujer y niña. Siempre necesitando y amando a Jesús, dentro de mi limitación; pero tratando de conformar mi corazón al de Jesús.
Mc 5:21-43. "Tibi dico". "A ti te digo".
Si me quedo con los datos
de cómo Cristo curó,
sin meterme en el relato,
no descubro la razón.
Cristo cura y está bien,
hasta resucita muertos,
el qué te lleva al porqué,
te ha sanado, ¿por qué lo ha hecho?
Dios te quiere conocer,
no porque no te conozca,
sino porque hablándole
tu corazón se transforma.
Su corazón te transforma
corazón a corazón,
tras el milagro te asombras
y hablarás con el Señor.
La Virgen María también,
tras cualquier aparición
¿qué sucede a quien la ve?
No detendrá su oración.
Tu vida se ha transformado,
tu corazón ya cambió,
ves que se va conformando
con el corazón de Dios.
El milagro…