El Evangelio de hoy (Mc 16,9-15):
✠
JESÚS, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».
Textos para profundizar:
Oración sobre las ofrendas
CONCÉDENOS, Señor,
alegrarnos siempre por estos misterios pascuales,
y que la actualización continua de tu obra redentora
sea para nosotros fuente de gozo incesante.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
643. Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por Él de antemano (cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasión fue tan grande que los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos ("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13). Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua "les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le habían visto resucitado" (Mc 16, 14).
644. Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía (cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24, 39). "No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació –bajo la acción de la gracia divina– de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.
Mc 16:9-15. "Apparuit". "Se apareció".
Me costó mucho creer,
pues yo no he visto milagros,
no culpo a quien no cree,
es un proceso muy largo.
Tampoco los justifico,
porque quien busca encuentra.
Pero creo que he aprendido
que estamos en una guerra.
Una guerra espiritual
con seres del inframundo
que quieren aniquilar
lo bueno y bello del mundo.
Una guerra de guerrillas
en la que tu voluntad
dice de qué lado estás
y cómo vas a acabar.
¿Podría Cristo mandar
de un bombazo espiritual
a millones de demonios
otra vez a su lugar?
Sin duda al final lo hará,
cuando no haya otro remedio,
pero ahora toca luchar
cuerpo a cuerpo en este infierno.
Y construir armamento
para así…
¡Jesús, creo en tu Resurrección!
Que la acción de la gracia divina nos lleve a tener una experiencia viva con el Resucitado. Y que con gozo incesante demos testimonio de su presencia entre nosotros.
María, en este primer sábado del mes, renuevo mi consagración a Ti y te ofrezco mi filial compañía, reparando por las ofensas a tu Inmaculado Corazón.