El Evangelio de hoy (Jn 16,5-11):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».
Textos para profundizar:
1433. Después de Pascua, el Espíritu Santo "convence al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16, 8-9), a saber, que el mundo no ha creído en el que el Padre ha enviado. Pero este mismo Espíritu, que desvela el pecado, es el Consolador (cf. Jn 15,26) que da al corazón del hombre la gracia del arrepentimiento y de la conversión (cf. Hch 2,36-38; Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 27-48).
Jn 16:5-11. "Iudicatus est". "Está condenado".
Un momento lo he pensado:
¿por los demonios rezar?
Mas si ya están condenados...
¿Vacío el infierno está?
Un pensamiento del diablo.
Habla el Espíritu Santo:
el príncipe de este mundo
seguro está condenado.
El diablo susurra astuto
para que sigas pecando.
Con el más grande pecado,
porque no tiene perdón,
contra el Espíritu Santo,
negando tu redención,
que Cristo ya te ha salvado.
Con su sangre te ha comprado,
el mundo no se lo cree
y continúa pecando,
pecado de no creer,
el triste premio del diablo.
Que se lleva al otro lado
a millones sin la cruz,
muchos lo están escuchando
y se apartan de la luz,
para caer al barranco.
Fiel…
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Pero toca también los corazones de los infieles para que con Tu gracia lleguemos todos a creer en Dios, en sus tres personas, y con un corazón contrito y humillado nos reconozcamos creados por el Padre, redimidos por el Hijo y santificados por el Espíritu Santo, renunciando al pecado, aceptando el llamado permanente a la conversión.
Espíritu Santo, cuánto anhelo tu llegada, dame la gracia de prepararme bien y de esperar con confianza y con paciencia el nuevo Pentecostés.
Tú lo sabes todo, sabes cuánto precisamos de tu consuelo, de tu defensa, de Tu gracia ...., ven pronto y déjanos sentir e…