El Evangelio de hoy (Mt 22,34-40):
✠
EN aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Textos para profundizar:
Rut 1,6-9.14-17:
6 Entonces Noemí, enterada de que el Señor había bendecido a su pueblo procurándole alimentos, se dispuso a abandonar la región de Moab en compañía de sus dos nueras. 7 Salió, pues, con ellas del lugar en que residían y emprendió el camino de regreso a Judá. 8 Noemí dijo a sus nueras: «Volved a casa de vuestras madres. Que el Señor tenga piedad de vosotras como vosotras la habéis tenido con mis difuntos y conmigo; 9 que él os conceda felicidad en la casa de un nuevo marido».
(...) 14 Ellas lloraban. Después Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí. 15 «Ya ves —dijo Noemí— que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».
16 Pero Rut respondió: «No insistas en que vuelva y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; 17 moriré donde tú mueras, y allí me enterrarán. Juro ante el Señor que solo la muerte podrá separarnos».
2658. “La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). La oración, formada en la vida litúrgica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como Él nos ha amado. El amor es la fuente de la oración: quien bebe de ella, alcanza la cumbre de la oración:
«Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente [...] Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro» (San Juan María Vianney, Oratio, [citado por B. Nodet], Le Curé d'Ars. Sa pensée-son coeur, p. 45).
Amado mío, ensancha mi corazón, mi alma, mi mente, para que cada día te ame más, pero como mi amor es pequeño, pobre e imperfecto, te pido, dame Tu Amor para con Tu Amor amarTE. Que cada latido de mi corazón, en la vigilia y durante el sueño te diga Te Amo, Te Adoro, Te Bendigo con todo el amor de que soy capaz.
Madre mía, ven y enséñame a amar a Dios como lo amas Tu.
Dios mío, danos a todos la gracia de amarTe eterna y plenamente y de amar al prójimo, sabiendo que Tu habitas en cada persona que pones a nuestro lado.
Gracias Padre David por el comentario a este precioso Evangelio que me hizo estremecer.…