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Evangelio de hoy 27 marzo 2024 (Mt 26,14-25) Padre David de Jesús. Miércoles Santo.

El Evangelio de hoy (Mt 26,14-25):

EN aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

    «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

    «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:

    «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle:

    “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

    «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

    «¿Soy yo acaso, Señor?».

Él respondió:

    «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

    «¿Soy yo acaso, Maestro?».

Él respondió:

    «Tú lo has dicho».

Textos para profundizar:

Versículo antes del Evangelio (opción 1)

Salve, Rey nuestro, sólo tú te has compadecido de nuestros errores

Versículo antes del Evangelio (opción 2)

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre; fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.

Oración después de la comunión

DIOS todopoderoso,

concédenos sentir vivamente

que, por la muerte de tu Hijo en el tiempo

manifestada en estos santos misterios,

confiemos en que tú nos has dado la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

CONCEDE, Señor, a tus fieles

recibir pronto los sacramentos pascuales

y esperar, con vivo deseo, los dones futuros,

para que, perseverando

en los santos misterios que los hicieron renacer,

se sientan impulsados por ellos hacia una nueva vida.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

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