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Evangelio de hoy 28 noviembre 2024. Padre David de Jesús. El mal ya no puede más (Lc 21,20-28)

El Evangelio de hoy (Lc 21,20-28):

     EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

     «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.

     Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.

     ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!

Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.

     “Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.

     Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

     Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

     Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

Textos para profundizar:

Primera Lectura   Ap 18,1-2.21-23;19,1-3.9a 

     YO, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con su resplandor. Y gritó con fuerte voz:

     «Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable.

Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo:

     «Así, con este ímpetu será precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones».

     Después de esto oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:

     «Aleluya La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos».

     Y por segunda vez dijeron:

«¡Aleluya!».

     Y el humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.

     Y me dijo:

«Escribe: “Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero”».



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