Evangelio de hoy martes 23 septiembre 2025. Tú eres familia de Dios (Lc 8,19-21)
- María con nosotros
- 22 sept
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El Evangelio de hoy (Lc 8,19-21):
✠
EN aquel tiempo, vinieron a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces le avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Textos para profundizar:
2250. “La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar” (GS 47,1).
IV. La familia y el reino de Dios
2232. Los vínculos familiares, aunque son muy importantes, no son absolutos. A la par que el hijo crece hacia una madurez y autonomía humanas y espirituales, la vocación singular que viene de Dios se afirma con más claridad y fuerza. Los padres deben respetar esta llamada y favorecer la respuesta de sus hijos para seguirla. Es preciso convencerse de que la vocación primera del cristiano es seguir a Jesús (cf. Mt 16, 25): “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí” (Mt 10, 37).
2233. Hacerse discípulo de Jesús es aceptar la invitación a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir: “El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12, 49).
Los padres deben acoger y respetar con alegría y acción de gracias el llamamiento del Señor a uno de sus hijos para que le siga en la virginidad por el Reino, en la vida consagrada o en el ministerio sacerdotal.




Buenos Dias padre David Dios le Bendiga
Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo (y la familia es el prójimo más próximo) como a sí mismo.
Mientras más amo a Dios descubro que mejor amo a mi familia y a todos, pues entiendo que todos somos hijos de un mismo Padre.
Gracias Señor por hacernos saber que somos Tu familia. Por intercesión de María, nuestra Madre, danos la gracia de amarte a Tí el primero, de darte el lugar que te corresponde para que se vayan ordenando todos nuestros afectos,
La Paz del Señor.