Evangelio de hoy Sábado 20 septiembre 2025. La docilidad a la Palabra de Dios (Lc 8,1-3)
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El Evangelio de hoy (Lc 8,1-3):
✠
EN aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús en parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola.
Él dijo:
«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes y riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia».
Textos para profundizar:
"HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA ..."
494. Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 28-37), María respondió por "la obediencia de la fe" (Rm 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). Así, dando su consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. LG 56):
«Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por María"» (LG 56; cf. Adversus haereses, 3, 22, 4).
Barro, Señor. Gonzalo Mazarrasa:
Barro, Señor, quiero ser barro blando
en tus divinas manos de alfarero,
barro que nada vale por sí solo
si Tú no lo modelas con tu genio.
Sólo barro, Señor, materia prima
tal como me creaste, húmedo y fresco
que de mi pobre barro harás un día
una obra de arte digna para el cielo.
Y en todo ello ¿qué tengo yo que hacer?
dejarme modelar por Ti, tu esfuerzo
creador irá puliendo las aristas
y dando vida a lo que estaba muerto.
Barro, Señor, ser sólo barro quiero
que nunca pida cuentas a su dueño
barro que no se seque y sea dócil
cuando lo aprietes fuerte entre tus dedos.
Así, poquito a poco, con el tiempo
será una realidad aquel proyecto
que eternamente dibujó en sus sueños
tu enamorada alma de Arquitecto.
Y si algún día en el pecado grave
se me hunde el alma y seco me endurezco
humedéceme pronto con tu gracia
hasta que vuelva a ser barro de nuevo.
Y si me rompo frágil y tu empeño
ves fracasado en trozos por el suelo
no me olvides Señor, no me rechaces
vuelve a recomponerme te lo ruego.
Barro, Señor, sólo soy barro.
Así quiero ser, como barro fresco en manos del Alfarero. Sígueme moldeando Señor y dame la gracia de no interferir en Tu obra. Hermosa canción, como todas las del Padre
Gonzalo Mazarrasa.
Gracias Padre David por su entrega de hoy y su invitación a renovar nuestra consagración a la Virgen María.
La Paz del Señor