El Evangelio de hoy (Mt 25,14-30):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».
Textos para profundizar:
Salmo 73 (72):
1 Salmo de Asaf.
¡Qué bueno es Dios para el justo, | Dios para los limpios de corazón!
2 Pero yo por poco doy un mal paso, | casi resbalaron mis pisadas:
3 porque envidiaba a los perversos, | viendo prosperar a los malvados.
4 Para ellos no hay sinsabores, | están sanos y orondos;
5 no pasan las fatigas humanas, | ni sufren como los demás.
6 Por eso su collar es el orgullo, | y los cubre un vestido de violencia;
7 de las carnes les rezuma la maldad, | el corazón les rebosa de malas ideas.
8 Insultan y hablan mal, | y desde lo alto amenazan con la opresión.
9 Su boca se atreve con el cielo. | Y su lengua recorre la tierra.
10 Por eso se sientan en lo alto | y las aguas no los alcanzan.
11 Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber, | se va a enterar el Altísimo?».
12 Así son los malvados: | siempre seguros, acumulan riquezas.
13 Y dije: ¿para qué he limpiado yo mi corazón | y he lavado en la inocencia mis manos?
14 ¿Para qué aguanto yo todo el día | y me corrijo cada mañana?
15 Si yo dijera: «Voy a hablar con ellos», | renegaría de la estirpe de tus hijos.
16 Meditaba yo para entenderlo, | porque me resultaba muy difícil.
17 Hasta que entré en el santuario de Dios, | y comprendí el destino de ellos.
18 Es verdad: los pones en el resbaladero, | los precipitas en la ruina.
19 En un momento causan horror, | y acaban consumidos de espanto.
20 Como un sueño al despertar, Señor, | al despertarte desprecias sus sombras.
21 Cuando mi corazón se agriaba | y me punzaba mi interior,
22 yo era un necio y un ignorante, | yo era un animal ante ti.
23 Pero yo siempre estaré contigo, | tú agarrarás mi mano derecha;
24 me guías según tus planes, | y después me recibirás en la gloria.
25 ¿No te tengo a ti en el cielo? | Y contigo, ¿qué me importa la tierra?
26 Se consumen mi corazón y mi carne; | pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo.
27 Sí: los que se alejan de ti se pierden; | tú destruyes a los que te son infieles.
28 Para mí lo bueno es estar junto a Dios, | hacer del Señor Dios mi refugio, | y contar todas tus acciones | en las puertas de Sión.
"¿No te tengo a ti en el cielo? | Y contigo, ¿qué me importa la tierra?"
Señor dueño de los talentos y dueño nuestro, no permitas que la mentira y el engaño nos distraigan de Ti.
¿Que me importan los aparentes triunfos de quienes han puesto su corazón en lo que perece?.
Dame la gracia de administrar responsable y amorosamente lo que me has dado. Que conozca Tu Amor que me hace libre.
María, Madre mía, yo me ofrezco enteramente a Ti. Hazme tan humilde como Dios quiere que sea.