El Evangelio de hoy (Lc 21,34-36):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Textos para profundizar:
968. Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. "Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su obediencia, su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia" (LG 61).
969. "Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna [...] Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora" (LG 62).
Consagración al Inmaculado Corazón de María:
Oh Corazón Inmaculado de María, lleno de bondad,
muéstranos tu amor para con nosotros.
La llama de tu Corazón, Oh María,
inflama a todos los hombres.
Te amamos infinitamente.
Imprime en nuestros corazones el verdadero Amor,
de modo que tengamos un continuo deseo de Ti.
Oh María, de suave y humilde Corazón,
acuérdate de nosotros cuando estemos en pecado.
Tú sabes que todos los hombres pecan.
Concédenos, por medio de tu Inmaculado
y maternal Corazón,
que seamos curados de toda enfermedad espiritual.
Haz que siempre podamos contemplar
la bondad de tu Corazón Maternal
y nos convirtamos por medio de la llama
de tu Corazón. Amén.
Totus Tuus María!
Haz que todos nos convirtamos por mefio de la llama de amor de Tu Inmaculado Corazón. Infunde en nuestros corazones el fuego, luz y calor del Tuyo y enséñanos a amar como amas Tu.
Santa María, ruega por nosotros.
¡Haz que siempre podamos contemplar la bondad de tu Corazón Maternal!