El Evangelio de hoy (Lc 6,12-19):
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EN aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Querido padre David, muchísimas gracias por vuestro maravilloso trabajo, el tuyo y el del padre Alfredo, que nos ayuda tanto a reflexionar, a profundizar en nuestra fe y a avanzar en nuestra vida espiritual.
Creo que he encontrado la entrevista de la ermitaña, y realmente es una pena que tanto tiempo delante de un micrófono no lo haya aprovechado para invitar a las personas a conocer a Jesús y a María, un camino seguro a la paz interior que tanta gente está buscando.
Da la impresión de que ella se mueve en ese nivel más mundano, en primer lugar porque es por donde la entrevistadora le pregunta, y ella no se sale de ahí; pero además parece que es muy…
Cuánta razón hay en sus enseñanzas Padre David llena de luz del Espíritu Santo y de nuestra Madre la Virgen María qué el Señor y sus santos apóstoles bendigan y transforme cada una de nuestras vidas .
Un fuerte abrazo Padre David lleno de agradecimiento a Dios por permitir que usted ilumine nuestra vida espiritual cada día.🙏🙏🌺🌺
"De la abundancia del corazón habla la boca".
Estoy plenamente de acuerdo con Usted, Padre David, y comparto sus sentimientos y su postura ante esta realidad. Los cristianos estamos llamados a ser testigos de Cristo, con nuestras acciones, con nuestras palabras, con la vida misma.
Por eso debemos tener el corazón lleno de Dios, para que nuestra boca le anuncie sin ninguna resistencia, en forma natural y con coherencia de vida, y para ello nada mejor que consagrarnos y renovar frecuentemente nuestra consagración María, la primera discípula y misionera de Jesús, Ella nos anima, nos enseña, nos guía para que también nosotros hagamos conocer s Su Hijo.
¡La Paz del Señor, la dulzura de María!