El Evangelio de hoy (Mc 11,27-33):
✠
EN aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras este paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?».
Jesús les replicó:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme».
Se pusieron a deliberar:
«Sí decimos que es del cielo, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído? . ¿Pero como vamos a decir que es de los hombres?».
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
Textos para profundizar:
Definición de sinceridad:
Del lat. sincerĭtas, -ātis, der. de sincērus 'intacto, puro', 'sincero'.
1. f. Sencillez, veracidad, modo de expresarse o de comportarse libre de fingimiento.
Santa Teresa de Jesús. Libro de las moradas:
Pues no está la perfección en los gustos, sino en quien ama más, y el premio lo mismo, y en quien mejor obrare con justicia y verdad. (Santa Teresa de Jesús. Libro de las moradas 3,2,10).
2468. La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.
2469. “Los hombres [...] no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3 ad 1). La virtud de la veracidad da justamente al prójimo lo que le es debido; observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado: implica la honradez y la discreción. En justicia, “un hombre debe honestamente a otro la manifestación de la verdad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 109, a. 3).
Madre mía, te acompaño con amor filial, toma posesión de ésta tu hija y sígueme llevando de Tu mano, enséñame a orar y a amar a Tu Hijo con sinceridad.
Dios mío, Tu me conoces, haz que yo me conozca y con docilidad me deje transformar por amor a Ti. Sé que Tu me darás la gracia de saber qué quieres de mí, lo que debo cambiar, lo que debo mejorar, lo que debo soltar para volver a ser imagen y semejanza Tuya, para dejarte actuar libremente en mí.
Aliéntame cuando desfallezca en mis propósitos, si me caigo, levántame y ayúdame a mantenerme firme contra la mentira que tanto te ofende.
Te amo Señor, sé que me amas. Te pido…