El Evangelio de hoy (Mt 17,1-9):
✠
EN aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Buenos días Padre David qué bendición y alegría poder a retomar la gracia bendita del evangelio y poder saber que usted está bien.
Gracias Dios por tú fiesta de la transfiguración qué me enzeña el poder de la oración y lo qué puede hacer en mí vida amén 🙏🙏💕💕
Que alegría tan grande siento al verlo y escucharlo de nuevo querido Padre David. Que el Señor lo siga llenando de inagotables bendiciones!
Respecto al hermoso Evangelio de hoy, ver que el Señor tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan para invitarlos a orar largamente y para que le vieran transfigurado y esa fuera su fuerza en la debilidad, me lleva a pensar que los llevó a ellos y no a otros, porque ellos eran sus más íntimos...., los quería mucho y confiaba en ellos.
A mí me invita a darle todo mi tiempo, todo lo que soy, todo lo que hago y lo que puedo hacer, porque también quiero ser de sus íntimos. Y le agradezco que…