El Evangelio de hoy (Mt 9,18-26):
✠
EN aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y al verla le dijo:
«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús Llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Textos para profundizar:
Primera Lectura Os 2,16.17b-18.21-22
ESTO dice el Señor:
«Yo la persuado,
la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Allí responderá como en los días de su juventud,
como el día de su salida de Egipto.
Aquel día —oráculo del Señor—
me llamarás «esposo mío»,
y ya no me llamarás «mi amo».
Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».
Señor, aquí voy, pasito a pasito. Llévame al desierto, háblale a mi corazón, pronuncia mi nombre y cerciórate de que te escuche y te obedezca.
De Tu mano Madre mía, que se haga en mí la Voluntad de Dios.
Mt 9:18-26. "Fides tua te salvam fecit". "Tu fe te ha salvado".
Menos mal que tengo fe,
me salvó de Satanás,
me quería poseer
y no le dejé entrar.
De repente me despierto
y siento como algo dentro
que quiere tomar mi cuerpo
y convertirme en poseso.
De un salto me pongo en pie,
llamo a San Miguel Arcángel,
a Jesucristo y la Virgen,
me olvidé de San José.
A gritos lo mando fuera
y con las manos agito
para que entrar no se atreva,
salió de inmediato el bicho.
Me pongo a rezar el rosario
y al primer misterio duermo,
la Virgen me echa su manto
para que me guarde el sueño.
San José perdóname,
más a ti recurriré.