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Evangelio de hoy Domingo 22 junio 2025. Solemnidad del Corpus Christi (Lc 9,11b-17)

El Evangelio de hoy (Lc 9,11b-17):

EN aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación.

El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:

«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».

Él les contestó:

«Dadles vosotros de comer».

Ellos replicaron:

«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».

Porque eran unos cinco mil hombres.

Entonces dijo a sus discípulos:

«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».

Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos.

Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

Textos para profundizar:

Oración colecta

OH, Dios,

que en este sacramento admirable

nos dejaste el memorial de tu pasión,

te pedimos nos concedas venerar de tal modo

los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,

que experimentemos constantemente en nosotros

el fruto de tu redención.

Tú, que vives y reinas con el Padre.

Oración después de la comunión

CONCÉDENOS, Señor,

saciarnos del gozo eterno de tu divinidad,

anticipado en la recepción actual

de tu precioso Cuerpo y Sangre.

Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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Para leer algunos números del Catecismo relativos al misterio eucarístico pulsa en este enlace:

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San Juan Pablo II. Ecclesia de Eucharistia:

25. El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico. La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y del vino–, deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual. Corresponde a los Pastores animar, incluso con el testimonio personal, el culto eucarístico, particularmente la exposición del Santísimo Sacramento y la adoración de Cristo presente bajo las especies eucarísticas.

Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración», ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!

Numerosos Santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada repetidamente por el Magisterio. De manera particular se distinguió por ella San Alfonso María de Ligorio, que escribió: «Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros». La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia. Una comunidad cristiana que quiera ser más capaz de contemplar el rostro de Cristo, en el espíritu que he sugerido en las Cartas apostólicas Novo millennio ineunte Rosarium Virginis Mariae, ha de desarrollar también este aspecto del culto eucarístico, en el que se prolongan y multiplican los frutos de la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor. (San Juan Pablo II. Ecclesia de Eucharistia 25).

San Juan Pablo II. Don y misterio:

“Celebrar la Eucaristía es la misión más sublime y más sagrada de todo presbítero. Y para mí, desde los primeros años de sacerdocio, la celebración de la Eucaristía ha sido no sólo el deber más sagrado, sino sobre todo la necesidad más profunda del alma”. (San Juan Pablo II. Don y misterio, capítulo 9, Las aspiraciones profundas del hombre, Pág. 102).

Testimonio del Padre Pío al celebrar una de sus Misas:

El día de la Asunción de María al cielo estaba celebrando la Misa y… me sentía morir. Eran dolores físicos y penas internas que martirizaban mi pobre ser. Una tristeza mortal me invadía y me parecía que todo había terminado para mí: la vida terrena y la eterna. Lo que más me atormentaba era no poder manifestar a la divina bondad mi amor y reconocimiento. No me aterrorizaba tanto la idea de ir al infierno, sino la idea de que allí no hay amor…

Tocaba la cima de la agonía y donde pensaba encontrar la muerte, encontré el consuelo de la vida. En el momento de consumir las Sagradas Especies de la Hostia Santa, una luz me invadió totalmente y vi claramente a la Madre Celeste con su Hijo en brazos que, juntos, me decían: “Tranquilízate. Nosotros estamos contigo, tú nos perteneces y nosotros somos tuyos”.

Dicho esto, no vi nada más. Llegó la calma y la serenidad. Todo el día me sentí ahogado en un océano de dulzura y amor indescriptible. Al ocaso del sol de este día he regresado al estado normal. (San Pío de Pietrelcina. Estigmatizado del siglo XX. Pág. 75).


1 則留言


Romea Serani
Romea Serani
6月22日

Prodigio de Amor infinito que se desborda y nos envuelve...., sobran las palabras. Solo quiero amarle, contemplarle, unirme a ÉL en Sagrada Comunión y dejarme amar y transformar según Su perfecta Voluntad.

Gracias Padre David y Padre Alfredo por ayudarnos a amar cada vez más a Jesús Eucaristía.

Feliz fiesta del Corpus Christi. La Paz del Señor.

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