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Evangelio de hoy Sábado 19 julio 2025. La esperanza alcanza cuanto espera (Mt 12,14-21)

El Evangelio de hoy (Mt 12,14-21):

EN aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.

Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías:

   «Mirad a mi siervo, mi elegido,

   mi amado, en quien me complazco.

   Sobre él pondré mi espíritu

   para que anuncie el derecho a las naciones.

   No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles.

   La caña cascada no la quebrará,

   la mecha vacilante no la apagará,

   hasta llevar el derecho a la victoria;

   en su nombre esperarán las naciones».



Textos para profundizar:

San Juan de la Cruz. Poesías, Tras de un amoroso lance:

4. Por una extraña manera

mil vuelos pasé de un vuelo, 

porque esperanza del cielo 

tanto alcanza cuanto espera; 

esperé solo este lance, 

y en esperar no fui falto, 

pues fui tan alto, tan alto, 

que le di a la caza alcance.

Catecismo de la Iglesia Católica (descargar PDF):

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10,23). “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).

1818. La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

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