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Evangelio Domingo III Adviento. Año B (Jn 1,6-8.19-28). Padre David de Jesús.

El Evangelio de hoy (Jn 1,6-8.19-28):

SURGIÓ un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:

«¿Tú quién eres?».

El confesó y no negó; confesó:

«Yo no soy el Mesías».

Le preguntaron:

«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».

Él dijo:

«No lo soy».

«¿Eres tú el Profeta?».

Respondió:

«No».

Y le dijeron:

«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».

Él contestó:

«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».

Juan les respondió:

«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Textos para profundizar:

Oración colecta

OH, Dios,

que contemplas cómo tu pueblo

espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor,

concédenos llegar a la alegría

de tan gran acontecimiento de salvación

y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.

Por nuestro Señor Jesucristo.

San Juan de la Cruz. Llama de amor viva:

36. En este estado de vida tan perfecta siempre el alma anda interior y exteriormente como de fiesta, y trae con gran frecuencia en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor en conocimiento de su feliz estado. A veces anda con gozo y fruición, diciendo en su espíritu aquellas palabras de Job (29, 20) que dicen: “Mi gloria siempre se innovará, y como palma multiplicaré los días” (29, 18), que es como decir: “Dios que permaneciendo en sí siempre de una manera, todas las cosas innova, como dice el Sabio” (Sab. 7, 27), estando ya siempre unido en mi gloria, siempre innovará mi gloria, esto es, no la dejará volver a vieja, como antes lo era, y multiplicará los días como la palma, esto es, mis merecimientos hacia el cielo, como la palma hacia él envía sus enhiestas. (San Juan de la Cruz. Llama de amor viva B 2,36).

Santa Teresa de Jesús. Libro de las moradas:

11. Es harto, estando con este gran ímpetu de alegría, que calle y pueda disimular, y no poco penoso. Esto debía sentir San Francisco, cuando le toparon los ladrones, que andaba por el campo dando voces y les dijo que era pregonero del gran Rey, y otros santos que se van a los desiertos por poder pregonar lo que San Francisco estas alabanzas de su Dios. Yo conocí uno llamado fray Pedro de Alcántara que creo lo es, según fue su vida, que hacía esto mismo, y le tenían por loco los que alguna vez le oyeron. ¡Oh, qué buena locura, hermanas, si nos la diese Dios a todas! Y ¡qué mercedes os ha hecho de teneros en parte que, aunque el Señor os haga ésta y deis muestras de ello, antes será para ayudaros que no para murmuración, como fuerais si estuvierais en el mundo, que se usa tan poco este pregón, que no es mucho que le murmuren! (Santa Teresa de Jesús. Libro de las moradas 6,6,11).



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