El Evangelio de hoy (Mt 24,42-51):
✠
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Textos para profundizar:
1 Samuel 3,1-10:
1 El joven Samuel servía al Señor al lado de Elí. En aquellos días era rara la palabra del Señor y no eran frecuentes las visiones.
2 Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos habían comenzado a debilitarse y no podía ver. 3 La lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios. 4 Entonces el Señor llamó a Samuel. Este respondió: «Aquí estoy». 5 Corrió adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Respondió: «No te he llamado. Vuelve a acostarte». Fue y se acostó. 6 El Señor volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Respondió: «No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte». 7 Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la palabra del Señor. 8 El Señor llamó a Samuel, por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí y dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. 9 Y dijo a Samuel: «Ve a acostarte. Y si te llama de nuevo, di: “Habla Señor, que tu siervo escucha”». Samuel fue a acostarse en su sitio.
10 El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores: «Samuel, Samuel». Respondió Samuel: «Habla, que tu siervo escucha».
Catecismo de la Iglesia Católica:
1877. La vocación de la humanidad es manifestar la imagen de Dios y ser transformada a imagen del Hijo Único del Padre. Esta vocación reviste una forma personal, puesto que cada uno es llamado a entrar en la bienaventuranza divina; pero concierne también al conjunto de la comunidad humana.
Madre, ayúdame a perseverar en la búsqueda de Dios, de escuchar Su Palabra, de descubrir y cumplir la misión para la cual fui creada.
Doy gracias por los valiosísimos auxilios que recibo con frecuencia y que me animan a seguir en este camino que tiene como meta la santidad.
Gracias Padre David, por sus sabios consejos que son la ayuda que Dios nos envía para hacernos más fácil el trayecto de regreso a nuestro origen, a nuestro encuentro con ÉL.
Hazme dócil a Tus Palabras, Señor mío y Dios mío.