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Retiro de Adviento y Navidad. 4ª Meditación: El Nacimiento de Jesús


TEXTOS PARA PROFUNDIZAR

 

Lucas 2, 1-7

 

«Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria.  Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea,  para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.  Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto  y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada».

 

 

Juan 1, 1-11:

 

«En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; | el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre».

 

 

Sabiduría 18, 14-15:

 

«Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real».

 

 

San Juan de la Cruz:

 

«Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma» (Dichos de luz y amor, 99).

 

 

Madre Teresa de Calcuta:

 

«Escucha en silencio, porque si tu corazón está lleno con otras cosas, no podrás oír la voz de Dios. Pero cuando has escuchado la voz de Dios en la quietud del corazón, tu corazón queda lleno de Dios» (Orar con Teresa de Calcuta, 54.6).

 

 

San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales


111. Primer preámbulo. El primer preámbulo es la historia, y será aquí cómo desde Nazaret salieron Nuestra Señora encinta, casi de nueve meses, como se puede meditar piadosamente, sentada en una borriquilla, y José y una esclavita, llevando un buey para ir a Belén a pagar el tributo que el César impuso en todas aquellas tierras (n.264).

 

112. Segundo preámbulo. El segundo: composición viendo el lugar. Será aquí ver con la vista de la imaginación el camino desde Nazaret a Belén, considerando su longitud y anchura, y si ese camino es llano, o si pasa por valles o cuestas; asimismo mirar el lugar o gruta de nacimiento, qué grande o qué pequeña era, qué baja o qué alta, y cómo estaba preparada.

 

114. Primer punto. El primer punto es ver las personas; es a saber, ver a Nuestra Señora y a José y a la esclava, y al Niño Jesús recién nacido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndoles en lo que necesiten, como si presente me hallase, con todo el acatamiento y reverencia posibles; y después reflexionar en mi interior para sacar algún provecho.


115. Segundo punto. El segundo: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflexionando en mi interior sacar algún provecho.

 

116. Tercer punto. El tercero: mirar y considerar lo que hacen, como por ejemplo caminar y trabajar, para que el Señor nazca en suma pobreza, y al final de tantos trabajos, de hambre y sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz, y todo esto por mí; después, reflexionando, sacar algún provecho espiritual.



 

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